¿Puede durar para siempre el amor?. Si hiciésemos esta pregunta en cualquier cafetería actual, en nuestro grupo de amigos o a una audiencia cualquiera, estoy convencido de que mucha gente nos diría que no, que el amor no es eterno. E incluso habría quien diría que no cree en el amor, que tal cosa no existe.

Hace algunos años yo también me hice esta pregunta. No había tenido muchas relaciones, pero las que tuve fueron fundamentalmente cortas y bastante insustanciales. En aquel momento quizá no entendí que era normal, pues no había madurado lo suficiente y cuando eres tan pipiolo pues en el fondo te arrimas por otras cosas. Si es que somos unos guarretes, para qué negarlo.

Además no conocía a nadie que se sintiese enamorado de su pareja después de muchos años. Todos mis referentes, amigos, familia, conocidos... todo el mundo enlazaba parejas en un ciclo que parecía repetirse sin fin, con lo cual, llegaba un momento donde el contraste entre lo que había aprendido del amor y lo que sucedía en la realidad era bastante evidente. Es decir, la promesa del amor no casaba con lo que veía.

A raíz de pensar en estas cosas tan propias de la juventud, en lugar de estar follando, acabé por comprar, con la idea de que me resultaría muy útil para ligar, un libro. La construcción sociocultural del amor romántico, de Coral Herrera, que vino a dar forma a mi visión de las cosas. Por supuesto de ligar nada, pero oye, podía presumir de haber leído un tocho sin que nadie me hubiese obligado. Eso contará para algo, digo yo.

El libro es bastante denso y, al principio, me costó bastante encajarlo, más que nada por su fuerte perspectiva femenista y la constante deconstrucción, algo para lo que no estaba preparado, pero con el tiempo acabé por interiorizar bastantes de las tesis de esta autora. Vamos, que el amor, tal y como lo entendemos hoy, es una construcción sociocultural, producto de un desarrollo histórico concreto, y no el estado natural de las cosas, por decirlo de alguna forma.

El paradigma del amor romántico

El paradigma de esta ficción amorosa es, quizá, el amor romántico, muy bien caricaturizado en La Celestina, una obra clásica que, como muchas otras obras clásicas es un peñazo, pero es necesario leer para entender el mundo sobre el que caminamos. Menos mal que te obligan a leerlas.

En La Celestina tenemos a Calisto y a Melibea. Básicamente Calisto se encuentra un día cualquiera con Melibea y se queda prendado de ella tras un par de miradas. La mitad de la obra trata de las pajas mentales de Calisto sobre Melibea. Que si qué guapa es, que si vaya pechos tiene, que si es la luz de mi corazón y tal. Bastante pastel, como te puedes imaginar. Esta escena lo ejemplifica bastante bien.

Aunque probablemente el tema se hubiese solucionado con un par de ostias, lo cierto es que la cosa sigue. La chica, por supuesto, tampoco se queda atrás. Se desmaya de amor y demás. En la película queda muy guay, pero imagina que Melibea es camionera y se desmaya en medio de la faena ¡menudo estropicio!. Al final, a través de La Celestina, la alcahueta que pone en contacto a Calisto y a Melibea, acaba por celebrarse un encuentro tal que así:

Dejando de lado que hoy en día con ese fornicio no vas a ningún lado, y que Lucrecia aplaude más que unas sevillanas, no deja de ser gracioso que toda la obra gire en torno a este momento. Ya ves cómo acaba. Por supuesto la moza considera que llorar no es suficiente, de forma que:

Así es hijos míos. Ahora sabéis que cuando alguien vaya a suicidarse, debéis darle motivos para no hacerlo después de que se arroje al vacío, no antes. En la vida real también prima el efecto dramático.

En definitiva, el amor romántico es así. El chico se hace una paja mental con la chica, que por supuesto a penas conoce. Si puede ser sólo de vista, mejor. Pero él también sabe que es la virtud en persona. Que igual luego hablas con ella y parece que se acabe de bajar de un tractor y te vaya a pegar, pero eso no importa. Luego el amor se acaba, y, por supuesto, te suicidas. ¿Qué podrías hacer después de perder la virginidad? ¡Absurdo!

Y pensarás que esto tiene poco o nada que ver en cómo experimenta la gente el amor, pero lo cierto es que el esquema del amor romántico sí ha perdurado, con modificaciones, hasta nuestros días. Luego volveremos al amor romántico.

Enamoramiento y amor

Bien, para empezar a comprender un poco el tema que estamos tratando, deberíamos empezar a separar el amor del enamoramiento. Los estudios que se pueden encontrar sobre este tema diseccionan en amor en más etapas y modelos, pero para no hacer el artículo demasiado pesado, lo simplificaremos dividiendo el amor en estas dos etapas.

Por enamoramiento entenderemos la etapa en donde conocemos al amado, experimentamos sentimientos y emociones muy fuertes, pasión y, en definitiva, lo que comúnmente la gente llama amor. Esta etapa, dependiendo de los sujetos, suele durar entre uno y tres años, de acuerdo con las investigaciones de Helen Fisher y otros muchos que han arrojado resultados similares. El amor es un sentimiento de apego mucho más sosegado y tranquilo que el anterior. Volviendo al principio de simplicidad, entenderemos que este amor tiene un grado de complicidad diferente al amor que puedas sentir por tus padres, tus amigos, etc. Este amor, en definitiva, es lo que resulta (si sucede) después del enamoramiento.

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  Creo que el concepto es fácil de entender. El periodo de enamoramiento tiene fecha de caducidad. Tarde o temprano desaparecerá, y nos encontraremos revisando nuestra relación.

No podemos controlar todos los aspectos del amor. No podemos vivir de espaldas al hecho de que es un sentimiento que responde a una realidad evolutiva y que su dimensión pasional tiene una fecha de caducidad que nos enfrenta tarde o temprano a revisar la letra pequeña de nuestra convivencia en pareja. Esa letra pequeña no la acordamos nunca de forma consciente: no dijimos que pasados los años de pasión recuperaríamos nuestra libertad para volver a enamorarnos. No pensábamos en ello entonces, aunque tal vez tampoco dijimos de verdad que renunciaríamos a la pasión con el resto del mundo cuando la emoción se apagase con nuestra pareja. No teníamos previsto que aquello que más gracia nos hacía de nuestra pareja —su facilidad para reírse de la vida a carcajadas o para llenar la casa de amigos— implicaría dificultades a la hora de pagar las facturas a fin de mes o nos obligaría a vivir en una casa con ceniceros llenos de colillas y manchas de «cubata» en la alfombra del salón. En cualquier caso la decepción suele ser mutua y aunque no se exprese, las miradas y la realidad diaria se encargan de recordarnos que el amor debería ser otra cosa. Pero ¿qué cosa? ¿Qué rasgos objetivos conforman el amor? Extracto de este libro

Así que, ¿qué cosa debería ser el amor? ¿Es posible que sea eterno?

El amor como llave para conocerse a uno mismo

En nuestra vida cotidiana usamos el ego como medida de lo que somos, y como coraza para protegernos de los demás. La ventaja del amor es que permite que dos personas puedan conocerse traspasando esta coraza, sin la interferencia del ego. Aunque pueda parecerte una afirmación vaga, piénsalo bien. El ego es el principal escollo que tenemos para conocernos a nosotros mismos y a los demás. Es un mecanismo útil para sobrevivir, pero que también puede llegar a causar mucho dolor.

Si has leído algo de filosofía, te habrás encontrado que muchos filósofos llegan siempre a la misma conclusión. La forma más genuína y poderosa de cambiar, de mejorar, de lograr paz interior o un mayor grado de consciencia es a través del autoconocimiento. De indagar en nuestro interior, escarbar en las cavernas de nuestra personalidad, superar el dolor que produce (porque puede llegar a ser muy doloroso) y aprender de esa experiencia. En definitiva, sumergirse en un periodo de fuerte vulnerabilidad, es decir, lo contrario de aquello para lo que el ego está diseñado, para evitar que seamos vulnerables.

Así pues, el amor permite una apertura para con otra persona que no podría darse con otro cualquiera. Es un momento perfecto para jugar con la plasticidad de nuestra personalidad, si sabemos aprovecharlo. La ventaja que tiene es que tenemos al otro para apoyarnos en este proceso, en lugar de iniciar el camino sólo, de forma que si compartimos el mismo objetivo puede ser algo muy enriquecedor.

Seguramente ahora estarás pensando que sí, que todo esto es muy bonito ¿Pero qué pasa cuando no sucede? ¿Puede ser eterno?

Duración y mantenimiento del vínculo amoroso

Puede serlo. Hay dos formas de enfocar esto. La primera es evidenciar que hay gente de muy avanzada edad que sigue enamorada. Esto se puede constatar a través del comportamiento y de la definición que estas personas hacen de su propia situación, de modo que a partir de aquí poco importa nuestra experiencia o creencia. Existe gente que muere enamorada.

La segunda forma es preguntarse qué es lo que sucede cuando no se supera el periodo del enamoramiento. En mi opinión esto tiene bastante que ver con lo que comentábamos un par de párrafos más arriba. El amor no puede florecer en un terreno yermo. Necesitas compartir algo con tu pareja y quizá el pegamento más intenso sea precisamente el convencimiento de que el amor es un instrumento de autoconocimiento muy fuerte.

Evidentemente, hay muchas otras cosas que podemos compartir con nuestra pareja, y que pueden ser un buen punto de partida, pero no debemos olvidar que el vínculo amoroso es un vínculo de carácter emocional, no racional. Mientras que en la etapa del enamoramiento no hay que hacer gran cosa, simplemente dejarse llevar, el vínculo amoroso necesita de un cuidado y un mantenimiento constante. Atacados por un mundo que puede llegar a ser muy complicado, podemos descuidar esto. Deberíamos preocuparnos cuando sintamos simplemente afecto, y, sobre todo, cuando empiecen los reproches. Si perdemos la perspectiva y empezamos a reprocharnos cosas, entonces muy probablemente la relación esté muerta.

Entonces, ¿Cómo mantenemos este vínculo amoroso? Fundamentalmente a través del interés genuíno por lo que sucede en el interior de tu pareja, y a través del contacto físico, algo que solemos despreciar.

Preocuparse por lo que sucede en el interior de tu pareja tiene mucho que ver en ese proceso de autoconocimiento. Hay que verbalizar y acompañar a tu pareja en ese proceso, juntos. Algo así provoca un efecto de desnudez muy profundo, que puede transformarse en confianza con la misma intensidad.

Sobre el contacto físico también hay bastante que decir. Para mí, por ejemplo, el sexo es una parte importante de mi vida, y aunque puedo tener el sexo más salvaje posible con mi pareja, eso no es suficiente. El tacto es un sentido muy poderoso para generar vínculos, de forma que un buen ejercicio puede ser, ya sea con sexo de por medio o sin él, abrazarse y acariciarse de forma deliberada. Es decir, poner nuestros sentidos a trabajar en eso que hacemos, y lo que siente nuestra pareja. Dicho así parece algo bastante obvio, pero no lo es en absoluto. Después de la fase del enamoramiento el contacto físico tiende a decaer.

Otro ejercicio muy sencillo que puede mencionar es mirar a nuestra pareja fijamente a los ojos de vez en cuando. Es algo a lo que no estamos acostumbrados, ni a mirar fijamente ni a ser mirados así. En principio, con un extraño, puede ser una forma de intimidación, pero se puede hacer con nuestra pareja para generar un sentimiento de conexión.

El enamoramiento constante, el amor romántico

¿Significa todo esto que el proceso del enamoramiento como ciclo es malo per se? Si recuerdas un poco el esquema del amor romántico, quizá encuentres ciertas similitudes. El amor que aprendemos es fundamentalmente, un producto social, un aprendizaje a través de la televisión o el cine. El amor romántico tiene éxito en los medios porque es el amor del drama, el amor que permite contarnos historias que conviertan el rato que dedicamos a ver una película en una experiencia intensa, que merezca la pena. Es decir, el amor se identifica con el enamoramiento, y no existe más allá. Lo demás es amor paternal, amistad o lo que fuere, pero no amor con mayúsculas.

Si es este amor aprendido lo que persigues, tienes dos opciones. La primera y la más habitual es pasarte la vida en la rueda de hámster del enamoramiento, y la segunda, vivir siendo consciente de ello.

Perseguir un enamoramiento constante implica necesariamente que deberás cambiar de pareja en varias ocasiones a lo largo de tu vida para satisfacer esa búsqueda de emociones intensas. Es una de las constantes del hombre posmoderno y, desde mi punto de vista, no tiene problema siempre y cuando sepas que es eso lo que estás haciendo. Es decir, si llegas a un conocimiento de tí mismo tal que entiendes que realmente esta es una necesidad vital para tí, el hecho de conocerlo a priori te ahorrará problemas y sufrimiento. El mantenerte siempre en la rueda de hámster del enamoramiento con la intención genuína de que eso se prolongue indefinidamente te llevará a la frustración y al dolor, inevitablemente. Y con el tiempo, posiblemente, a dejar de creer en la existencia del amor, por evidencias que se te presenten.

Breves conclusiones

En definitiva, el amor puede ser eterno, pero necesita un trabajo constante, y hay que distinguirlo del enamoramiento. A veces, también es cierto, hay circunstancias ajenas a nuestra voluntad demasiado fuertes contra las que no podemos luchar, que pueden minar una relación, pero en mi opinión, no es suficiente para negar la existencia de un vínculo emocional tan fuerte.

Aunque tengamos la capacidad de pensar de forma racional, lo cierto es que las personas somos seres fundamentalmente emocionales, de tal forma que resulta, irónicamente,  irracional ignorar una parte importante de lo que somos.

Algunas notas

Me he dejado bastantes cosas en el tintero, pero tampoco es mi intención escribir un libro. También soy consciente de que algunas de las afirmaciones que aquí se hacen pueden parecer extrañas o incluso contradictorias, pero no lo son. El motivo es que he tratado de alejarme lo máximo posible de una perspectiva analítica, al contrario que otros artículos, porque de lo contrario podía volverse un auténtico peñazo. Quizá, si me veo con tiempo, haré un recopilatorio de lecturas y estudios sobre este tema.

Se agradecerán comentarios sobre el artículo. No escribo aquí para hacerme el erudito, me gusta el feedback. Podéis contar vuestra experiencia personal, crítica al artículo, pensamientos, divagaciones, etc.

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