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Primera parte!

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StarCraft

Uno de esos otros juegos que vino en ese CD era el StarCraft. Un gran juego de estrategia, aunque en este caso el idioma fue una barrera intraspasable. No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Había unos humanos que discutían entre ellos muy a menudo, y dos tipos de extraterrestres: unos asquerosos y otros con muchas luces azules.

G1_StarCraftGracias a este juego aprendí unas cuantas cosas en inglés, pero aún así no entendía por qué cuando pulsaba en “Single Player” (Singuel plaller) primero tenía que elegir la opción “Arregu” y luego podía jugar todas las partidas de todas las susodichas razas. Lo de Arregu era especialmente extraño, aunque el hecho de que los bichos de luces azules tuviesen sólo dos misiones, en comparación con la decena de las demás, también era chocante.

Más tarde, cuando volví a él gracias a las maravillas de Internet, me di cuenta de que Arregu debía de ser el nombre del jugador que había hecho una copia de seguridad del juego, y que realmente los bichos azules (Protoss) no tenían sólo dos partidas. Sencillamente nunca había podido pasarme la segunda y había asumido que era la última.

Durante la semana santa de cuando iba en 3º de la ESO, con unos 15 años, me pasé todas las misiones de los humanos (Terran), e intenté pasarme las de los bichos asquerosos (Zerg), pero no fui capaz. A mí lo de atacar con un montón de unidades suicidas no me iba. Y sigue sin ser lo mío. Me encantaban los tanques Terran, y su voz. Mi obsesión por las voces de las unidades en los videojuegos empezó ya con el Knights and Merchants, pero el StarCraft (y el WarCraft III) se encargaron de acentuarla. Como decía, los tanques. Los tanques podían ponerse en “modo asedio” y aniquilar a esos bichos asquerosos que atacaban mi base en oleadas con su daño de área. Como ya habréis notado, agudos lectores, no me gustaba que me atacasen con bichos asquerosos voladores.

En algún momento me terminé el juego por completo, incluida su expansión, y me convertí en uno de esos locos que no podían esperar más por la segunda parte. Que no iba a llegar nunca. Hasta que empecé a estudiar para la selectividad. Entonces ya sí que iba a llegar, y no tenía mala pinta. No me gustó que convirtiesen a mi héroe Jim Raynor en un vaquero (y aún encima con pelo), pero qué se puede esperar de unos yankies. El espacio va a ser un western. Claro que sí.

Creo recordar que el StarCraft fue el primer juego en el que intenté crear escenarios con “scripts”. Mis comienzos fueron humildes: si una unidad del jugador pasaba por una zona aparecían muchos bichos. Pero luego me puse a hacer cosas algo más complicadas, como subirse y bajarse de vehículos con un soldado, aunque de una forma chapucera y limitada, a añadir objetivos a los escenarios, etc. A los ojos de algunos esto puede parecer trivial... ¡pero no había Internet! O quizá era la época en la que mi padre pagaba 10 horas al mes, y eso se utilizaba para lo importante: trabajos del colegio y descargarse objetos nuevos para los Sims, como el teletransportador de vecinos (poder hablar con ellos a las 4 de la mañana, cuando volvía del trabajo, era perfecto).

Recuerdo que una vez un primo y yo creamos un escenario en el que unos soldados debían recorrer una base enemiga eliminando a los guardias, y conseguí que las puertas se abriesen al acercarse a ordenadores, al igual que reproducir nuestras voces grabadas en diferentes partes de la misión, cuando unos soldados hablaban con otros. Lo pasamos bien.

Otro de los juegos en los que también perdí mucho el tiempo creando escenarios fue el siguiente...

Age of Empires II

Creo que el que me consiguió este juego fue... el primo de un amigo mío. Lo que no sé es qué vino primero: jugar en el cíber o en casa. Sí, estamos hablando de aquella época en la que los cíbers todavía existían, conocer el IRC todavía era guay, y los pringaos como yo jugábamos con nuestros amigos al Age of Empires II.

Seguramente aprendí a jugar primero en casa, pero todos o casi todos los sábados íbamos al cíber a las 4 de la tarde. Mi madre nos llevaba a mi primo y a mí, y solíamos llegar a las 4 y cuarto. Mis amigos miraban el reloj, mi madre se reía y yo me enfadaba.

G1_AOE2Creo que tres horas costaban 500 pesetas, pero puede que me esté equivocando. Al principio tres horas daban para mucho, pues mi primo y yo construíamos nuestras bases, entrenábamos a nuestros ejércitos y machacábamos a mis amigos rápidamente. Pero eso cambió, pues mis amigos aprendieron a defenderse. Pero no a atacar.

Las partidas se alargaron tremendamente. Mis amigos comenzaron a construir muralla doble rellena de castillos, lanzapiedras, cañones y catapultas. Alguien que sepa jugar (no como yo) podría decirme que eso era imposible, pues cualquiera podría barrer del mapa a alguien con dicha táctica antes de que pueda construir murallas. Y eso sería posible, si no fuese porque nuestras partidas siempre tenían que ser en Selva Negra, tipo de mapa descrito como “islas de hierba en un mar de árboles”. De modo que muy fácilmente podía uno rodearse de murallas dobles, o incluso triples, rellenas de castillos y armas de asedio, pues sólo había uno o dos estrechos caminos por los que el enemigo podía entrar.

En una ocasión recuerdo ir con una caballería de exploración persiguiendo al último aldeano de uno de mis amigos, después de destruirle todo. Pero el muy desgraciado consiguió entrar dentro de las murallas de su aliado. Mi caballería murió y yo grité "¡NOOO!". Poco después ya tenía una nueva base, construida gracias al comercio de madera. Pues como todo el mundo sabe, la madera en Selva Negra es infinita. Tan infinita que intercambiar 100 de madera por 17 de piedra en el mercado es ventajoso. Con madera infinita se construyen infinitas granjas, y el resto se compra. Y así nuestras partidas pasaron a durar tres horas, o cuatro. Pero nos lo pasábamos bien.

Otra de esas partidas memorables fue una en la que sólo jugamos tres. De modo que fuimos todos contra todos. Uno de mis amigos estaba jugando muy bien. Tenía la mejor economía y el mejor ejército, aunque mi otro amigo y yo pudimos defendernos de sus ataques durante un buen rato. Sin embargo, empezamos a notar algo sospechoso, y es que nuestro amigo y común adversario presumía demasiado. Cada vez que le matábamos una unidad, decía, otra se creaba al poco tiempo. Siempre tenía el máximo ejército posible. Sí, estaba haciendo trampas. ¿Pero cómo lo podíamos probar? Pues muy sencillo: si uno va a la descripción de la partida pone si están permitidas o no. Y sí lo estaban.

Al empezar la partida, nuestro amigo, el anfitrión, había hecho algo muy raro que todos habíamos notado, pero sin darle la mayor importancia. Había activado el botón de “Preparado”, pero justo antes de darle a empezar lo desactivó y lo activó. No nos dimos cuenta de que había activado las trampas en ese medio segundo antes de empezar.

Le dimos una paliza con monos explosivos y coches con arcabuz automático.

Este juego me hizo interesarme por la historia, pues además de campañas “históricas”, tenían una colección de textos sobre la época en la que el juego estaba basado, sus personajes, sus ejércitos, armas, tácticas, etc. Era un poco raro oír la historia de William Wallace con seseo, y es que el doblaje a veces no era gran cosa, pero todo lo demás era bueno.

Una cosa curiosa que me ocurrió en 1º de la ESO fue gracias a este juego. Un compañero en clase de plástica me estaba comentando a qué jugaba él... y notó que no me interesaba mucho. Así que me soltó... “Ah, claro, es que tú juegas a juegos de listos, como el Age of Empires. Como tu amigo listo ése”. Y el “amigo listo ése” era en realidad un tío con el que no tenía ni idea de qué hablar. Era el amigo de un amigo, y solíamos estar juntos, pero si nuestro amigo común (a.k.a. A1) no estaba, no tenía muy claro qué decirle. Si A1 estaba, entonces no había problema, pues se entretenían pegándose, o diseñando minas antipersonales que destrozaban las gónadas, o bien puede que A1 fingiese “contaminar” al otro (a.k.a. A2), y A2 fingiese vomitar. Pero todo eso se terminó cuando le pregunté a mi amigo A2 a qué jugaba. Cuando A1 estaba presente, todavía se peleaban amistosamente, con creciente participación por mi parte. Pero cuando no, A2 y yo hablábamos de nuestras partidas en el cíber, pues fue incorporado al equipo, o de nuestras hazañas en el WarCraft III, o en el Commandos 2, y más tarde en el Medal of Honor.

Commandos II

Durante el colegio había jugado a la primera parte del Commandos, pero fue realmente el Commandos II el juego que más me marcó. Quizá era demasiado pequeño para los primeros Commandos, y de hecho nunca me los terminé, aunque llegué hasta la misión 12 o 13. Pero el Commandos II... es cierto que era más fácil que los anteriores, pero era quizá más divertido. Y nos dio mucho de que hablar a A2 y a mí.

Era fácil hacer trampas en el juego. Por ejemplo, se tardaba varios segundos en amordazar a un enemigo, pero no era necesario quedarse con él. Con empezar la acción ya era suficiente, del resto ya se encargaba el propio enemigo. Se ataba las manos y las piernas él solito. Es muy sospechoso que este error también esté presente en el Commandos III...

Commandos 2

Otro bug menos evidente era el poder utilizar el harpón del buzo en tierra. En el Commandos I esto era lo normal, pero en éste no lo permitían. Sin embargo, bastaba con coger al buzo, meterse debajo del agua, disparar el harpón una vez y, al salir, ya se podía acceder a él con la tecla de acceso rápido para disparar (Control). El único problema es que si se quería utilizar otra arma, la tecla de acceso rápido pasaría a corresponder a la última utilizada, y habría que volver al agua. Pero teniendo el harpón, ¿qué otra arma se podría querer?

Una de mis partidas favoritas era la segunda, en la que había que rescatar a unos marineros franceses de una base de submarinos alemana. La “agente infiltrada”, Natasha, había conseguido en la partida anterior un salvoconducto para que el espía disfrazado de oficial pudiese introducir al resto de commandos dentro del recinto alemán en un camión. Pero yo pasaba de todo. Con el buzo, escalaba el hangar de submarinos, gracias a su cuerda con gancho, y llegaba al techo. Desde allí, eliminaba a todos a harponazos gracias a la alta estima en que los soldados nazis tienen al tabaco. Uno de los oficiales, sin embargo, ya tenía tabaco. A ese había que engañarlo con vino. Claramente lanzar una botella a diez metros, que quede de pie sin romperse, y delante de las narices de un oficial alemán es algo muy normal. Así es la vida. El oficial descubría de repente una botella de vino que antes no estaba ahí, y mientras iba a recogerla recibía un harponazo que le indigestaba el sauerkraut para siempre. El único problema era que las reservas de repollo podrido del mundo iban a disminuir más lentamente de lo habitual, pero las ventajas eran mayores, pues conseguía las llaves de la prisión.

Otra de mis favoritas, quizá la que más me gustaba, sobre todo por la banda sonora, era “Salvar al soldado Ryan”. En ésta los commandos se disponían a rescatar a Ryan... pero los capturaban a todos nada más empezar, excepto al ratero. Muy conveniente, ya que éste puede escalar paredes y postes de luz para colarse en los edificios. El escenario consistía en un pueblo francés con un puente sobre un río. Varias casas a un lado del río intactas, y al otro medio destruidas. Los commandos estaban presos en el lado de las casas sin destruir, y el ratero tenía que escalar y liberarlos uno a uno. Luego la cosa se volvía más sencilla, y bastaba con disparar y desactivar minas con cuidado. Al final de todo los alemanes decidían que era una buena idea enviar montones de soldados corriendo al pueblo para retomarlo. Y tanques. Había que planificar bien la defensa, y se convertía en una de las partes más intensas de todo el juego en mi opinión.

Como ya dije antes, el juego seguramente era muy fácil. O así debieron de pensarlo muchos, pues sacaron varios mods para aumentar la dificultad. Entre ellos, el más notable es quizás Destination Paris. Éste más que difícil es prácticamente imposible. Algunas de las misiones pueden pasarse teniéndoles un poco de respeto, pensando las cosas con calma. En otras la mejor opción que se me ocurre cuando las intento es ponerme a correr por ahí para que los francotiradores hagan prácticas conmigo. El resto de ideas son siempre más dolorosas.

Medal of Honor

Éste fue el primer juego que me compré. En un centro comercial. Por impulso. No lo había probado antes. No había Youtube en el que ver vídeos del juego de antemano. Nada de eso. Sencillamente lo compré. Y acerté. Un juego de tiros de la Segunda Guerra Mundial. Lo típico. Pero es “lo típico” seguramente por juegos como éste. Las misiones eran completamente lineales... pero era mi primer juego de tiros. Sólo cuando en el futuro un montón de listillos vinieron y me lo dijeron yo caí en la cuenta... sólo para decirles que me daba igual. Listillos.

G1_MOHLas misiones para un jugador eran entretenidas, pero donde más tiempo pasé fue jugando en multijugador. Allí aprendí a odiar. Casi tanto como cuando conduzco el coche y alguien se mete en mi carril sin poner el intermitente, o me pitan por no ir 20km/h por encima del límite. Odio. A. Esos. Malnacidos. Me refiero a los conductores. Los jugadores del Medal of Honor en modo multijugador no recibían tanto odio en general, pero había algunos tan buenos que recibían el doble. ¿Por qué un jugador con un rifle francotirador, saltando y moviéndose hacia todos los lados, me mataba cuando le estaba disparando a tres metros con una metralleta? Pues porque era una persona digna de ser odiada. También los había que se escondían en ese hueco invisible del escenario y te mataban cada vez que pasabas por ahí. Campistas desgraciados.

Mi arma favorita era el M1 Garand de los estadounidenses. Un rifle semiautomático con poco calibre. Me gustaba eso de disparar muchas veces seguidas, aunque hiciese poco daño, y tener precisión. Muchos de esos jugadores dignos de ser odiados se quejaban cuando veían esos rifles, porque ellos usaban los Mauser alemanes y “era injusto”. Tonterías.

Pero que no parezca que este juego sólo provocó mi ira contra jugadores mejores que yo. También me lo pasé bien. Sobre todo jugando con amigos. Aunque para jugar con amigos me pareció mejor el Battlefield 1942. Ahí me gustaba ser ingeniero, y colocar bombas y minas por todas partes, así como reparar mi tanque con una llame inglesa. Mi primo encontró una táctica perfecta en ese juego para derrotar enemigos montados en vehículos blindados: con un ingeniero, coger un jeep, correr hacia el tanque enemigo tan rápido como se pueda, saltar del jeep unos metros antes del choque y después de la explosión colocar una bomba y reventar lo que quede del tanque. Ese juego era divertido hasta en uno contra uno.

Praetorians

Praetorians

De los creadores de Commandos... Praetorians fue otro de mis juegos de estrategia favoritos. Me encantaban su banda sonora (aquí otra con lo que siempre creí que son gaitas) y las misiones narradas con voz épica. ¡Por el Senado y el Pueblo de Roma! Soy fácil de convecer. Es por este juego que respondo “ajá” cuando alguien me habla y no sé qué decir. Los legionarios romanos lo decían cuando se les ordenaba marchar hacia algún sitio, y se me pegó.

A pesar de que no era muy bueno ni jugaba mucho, me uní a un grupo de gente que estaba programando un mod para incluir nuevas civilizaciones, como los griegos o los cartagineses. Y es que lo que me marcó de este juego no fue el juego en sí, sino los personajes que me encontré en el foro del mod. Estamos hablando de cuando tenía 14 o 15 años. Allí conocí individuos con los que discutí de política, amor, matemáticas o historia, y con los que encontré nuevos videojuegos. Como el de los piRomanos (léase como un juego de palabras entre “romanos” y “pirómanos”), que es uno que FX copió y pegó con un nombre diferente: Imperivm Civitas. Los ciudadanos solían quejarse de que el vino no era suficiente quemando las granjas. Y claro, entonces ya no había ni vino ni trigo, y había que ir a quemar las termas. Y cuando no había ni vino, ni trigo ni termas, la que se armaba. Lo mejor entonces era quemar todo lo demás también, para dejar clara su postura.

Pero no me quiero perder. En ese foro conocí a: un vasco antinacionalista, un murciano fascista, un zaragozano nazi, un facha patriota común de Cartagena y luego gente que no daba a conocer sus ideas. Mi mente de adolescente trataba de entender por qué a alguien podía interesarle una bandera de España gigante en la plaza de su ciudad tras un ataque terrorista. Realmente intentaba encontrarle el sentido a aquello. Mi cerebro trataba de ponerse en su lugar... pero no fue posible. A mí lo que se me venía a la cabeza es que hacían falta ambulancias, no banderas.

Era la primera vez que hablaba de política con alguien, en lugar de sencillamente escuchar a mi padre quejarse de Fraga.

El nazi de Zaragoza trataba de explicarme por qué los judíos y los negros eran malos para la sociedad. Yo pensaba que me estaba poniendo ejemplos de lo que odiaba, y supuse que sencillamente odiaría a los extranjeros, así que le pregunté... “pero si tú fueras a otro país, no querrías que te odiasen por ser extranjero, ¿no?” Y su respuesta fue que a él no lo odiarían, porque no era ni judío ni negro. Pero "para entenderlo", me insistía, “tienes que vivir en zgz”, “si vivieras en zgz”...

Uno de mis favoritos era el fascista/falangista, pues a pesar de ser fascista era una buena persona. Se le daba mal el inglés pero bien las matemáticas, y su padre era un terrateniente. Un año después de meterse en el ejército empezó a decirme que quería ser un hombre, y para ello tenía que tener hijos. Luego perdí el contacto con él.

Con el fascista pasé muchas horas jugando, sobre todo cuando se le dio por modificar el juego para intentar añadir torres de asedio a las partidas multijugador. Siempre daban “error de sincronización”, y no fue posible arreglarlo de ninguna manera.

Últimamente sólo estoy en contacto con mi otro favorito, el vasco antinacionalista, aunque con esto de la física no tengo mucho tiempo para la vida social. Ni siquiera para la vida social virtual. Pero algún día terminaremos nuestra partida de Civilization V.

A día de hoy, la nueva versión del mod para el Praetorians lleva yendo a publicarse el mes que viene desde hace 3 o 4 años. Siempre ocurre algo. Que si el creador tiene exámenes en septiembre. O exámenes en diciembre, o en febrero, o en junio, u otra vez en septiembre... que si el proyecto fin de carrera, que si el trabajo, que si la boda, que si la luna de miel... todo excusas.

Terminando!

Por supuesto, de más joven jugué a muchos más juegos de los que no he hablado. Por ejemplo, el Monkey Island 1, 2, 3, 4 y 5, el Neverwinter Nights 1 y 2, el Command and Conquer Generals y el Zero Hour, el Civilization III y IV (y ahora el V), el Age of Empires I, los Sims, el Megaman... pero a pesar de que muchos de ellos me encantaron, no me marcaron tanto como los que incluí aquí.

Quizás debí haber hablado un poco del Civilization III y del Neverwinter Nights, pero creo que ni siquiera yo soy capaz de escribir tanto sobre mí.

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