Una de las asignaturas más interesantes que he cursado durante la carrera ha sido Introducción a la Ciencia Política y la Administración. Como todo ahora en Bolonia, es cuatrimestral, y uno hecha de menos poder ver los contenidos con algo más de relax y profundizar más en vericuentos cuyo resumen no aclara nada. De cualquier forma el temario, trabajos y lecturas obligatorias actúan como llaves que te permiten abrir puertas nuevas, y muchas veces más interesantes.

Uno de los temas que tocamos en la asignatura son los sistemas de partidos. Y siendo el caso español bastante controvertido, hubo cierto debate de si se trataba de un sistema bipartidista o no. Al final, como todo, hubo que hacer un trabajo al respecto, y aquí están mis conclusiones.

Definiendo los sistemas de partidos

De las jodiendas que uno puede encontrar cuando se enfrenta a las Ciencias Sociales es que es difícil no navegar en un mar de definiciones y conceptos. Esto de consensos fuertes no parece estar de moda. A veces hay tanto debate que parece incluso un poco naíf, como si se estuviese debatiendo sobre el sexo de los ángeles y no de las cuestiones realmente importantes. Para ilustraros os citaré a Raymond Aron en su capitulo sobre el hilarante debate que hubo sobre el término revolución.

Estas discusiones sobre las palabras, reducidas a éstas, no tienen sino una significación mediocre, pero, muy comúnmente, la polémica sobre la palabra revela el fondo del debate. Recuerdo que en Berlín en 1933, la controversia preferida de los franceses se llevaba a cabo sobre el tema: ¿Se trata o no se trata, de una revolución? Uno no se preguntaba, de modo razonable, si la apariencia o el camuflaje legal prohibía o no la referencia a los precedentes de Cromwell o de Lenin. Más bien se niega con furor, como lo hizo uno de mis interlocutores de la Sociedad Francesa de Filosofía en 1938, que le noble término de revolución pudiese aplicarse a acontecimientos tan prosaicos como aquellos que agitaban a la Alemania de 1933. ¿Y sin embargo, se exigen más cambios en los hombres, en la clase dirigente, de constitución y de ideología?

Extracto de El Opio de los intelectuales, de Raymond Aron, un libro cojonudo que os recomiendo.

Afortunadamente la directriz fué clara: Utilizar la tipología de Giovanni Sartori, sobre la que parece que hay bastante consenso, sorprendentemente. Es probable que nuetra profesora nos ahorrase muchas horas de lecturas, confusiones, y probablemente algún que otro suicidio. Desde aquí le agradezco su labor humanitaria. De verdad.

¿Qué criterios usa Sartori para definir los sistemas de partidos?

El primer criterio en el que nos tenemos que fijar, según Sartori, es si los partidos que estamos analizando son relevantes para el estudio. Para definir si dicha relevancia es tal o no, establece dos puntos fundamentales:

  1. Que tengan posibilidades de formar un gobierno, ya sea en solitario o en coalición. En este último caso no es necesario que los miembros de los partidos adheridos ocupen cargos.
  2. Que tengan posibilidades, excluyendo los dos casos anteriores, de presionar al gobierno o coalición de tal modo que puedan influír en su conducta.

Una vez que ya hemos establecido un baremo para decidir si un partido es relevante o no, clasificaremos sus interacciones de la siguiente manera:

  1. Sistema de partidos hegemónicos: Aunque formalmente se trate de una democracia, existe un partido que, controlando los instrumentos políticos y electorales, no permite que el resto accedan al poder.
  2. Sistema de partidos predominante: Uno de los partidos gana constantemente las elecciones. Se considera tal cosa cuando gana al menos tres elecciones consecutivas con mayoría absoluta, y relativa holgura con respecto al segundo partido en número de diputados.
  3. Sistema de partidos bipartidista: Dos partidos relevantes (en suma ambos obteniendo en torno al 80% de los escaños, 280 en el caso español) se alternan constantemente en el poder, siendo incluso esta alternancia una expectativa. Existen terceros partidos, pero están muy lejos de poder gobernar. Se compite por el voto de centro.
  4. Multipartidismo limitado: Existen entre 3 y 5 partidos importantes, aunque ninguno alcanza mayoría absoluta, lo que da lugar a coaliciones. La competencia se produce entre coaliciones por el voto de centro.
  5. Multipartidismo extremo: Entre 5 y 7 partidos importantes, ninguno con mayoría, por lo que hacen falta siempre coaliciones. Presencia habitual de partidos antisistema que practican una política inclinada hacia la demagogia y el ruido.
  6. Atomización de los partidos: La fragmentación del parlamento es extrema. Más de nueve partidos. Dificultades de gobierno enormes.

Creo que es un buen resumen de la propuesta de Sartori, aunque aún podríamos discutir un par de cuestiones, pero que vamos a dejar de lado para no aburrirnos en exceso. La cuestión es que ya tenemos la tipología definida, asi que vayamos a por los datos, a ver qué sucede.

Resultados electorales de 1979 a 2011

En la tabla inferior se muestran los resultados electorales desde el año 1979 al 2011 por escaños, además de los partidos que formaron gobierno y aquellos apoyaron la investidura de los candidatos propuestos.

Los datos se obtuvieron de la Página Web del Ministerio del Interior, que tiene una bonita app para estas cosas.

Resultados electorales 1979 a 2011

 

Sé que la tabla puede resultar un poco confusa, pero no se me ha ocurrido otra forma mejor de hacerla.

Bien, una vez tenemos los datos, pasemos a analizarlos.

Entonces ¿Hay realmente bipartidismo?

Lo primero que llama la atención al observar los datos en la tabla superior, es que siempre hay dos partidos que obtienen casi todos los escaños y que salvo en las elecciones de 1979, son los mismos.

Bipartidismo

Como se puede observar en la tabla superior, la suma de los escaños obtenidos de estos dos partidos (PP, PSOE y UCD en 1979) mayoritarios siempre es superior al 80% de los escaños (280), una de las reglas establecidas en la clasificación de Sartori a la hora de definir un sistema bipartidista.

El segundo punto que llama la atención es que hay un partido, el PSOE, que gana cuatro elecciones consecutivas, en concreto las celebradas entre el año 1982 y 1993, con Felipe González. Es una característica indispensable de un sistema de partido predominante, además de existir cierta holgura con respecto al PP en las tres primeras convocatorias del periodo que mencionamos.

Este hecho pone en duda, al menos para dicho periodo, la expectativa de alternancia que corresponde a la clasificación del sistema bipartidista. Esta expectativa de alternancia, de cualquier forma, y observando la serie de datos, no se ha dado realmente más que un par de veces, asi que es precipitado asegurar que exista tal cosa, ya que aunque forma parte del imaginario popular, no parece que, a la vista de los datos, haya dado tiempo a que tal cosa se consolide.

En cuanto al resto de las clasificaciones los datos no muestran ningún indicio que nos pudiera indicar la existencia de alguna de sus características en el sistema de partidos español, a pesar de que es cierto que, en momentos puntuales, los partidos que han formado gobierno han buscado apoyo en formaciones nacionalistas o terceros partidos como IU, para la aprobación de algunas leyes, pero no dejan de ser actuaciones puntuales.

Conclusiones

Por lo que hemos podido ver el sistema español no se amolda a la perfección en ninguna de las clasificaciones propuestas por Sartori, sin embargo se podría decir que resulta una mezcla entre un Sistema de partido Predominante, y un Sistema de partido Bipartidista, ya que tiene elementos presentes en ambos, aunque personalmente me siento inclinado a calificarlo como bipartidista, pues considero que el argumento del 80% de los escaños en todas las legislaturas es muy poderoso.

Espero que con esto haya quedado lo suficientemente claro.

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